A quince cuadras al oeste de la plaza departamental de Godoy Cruz, se levanta el barrio Villa Marini, cuyo nombre proviene de los legendarios dueños de los terrenos del lugar y donde habitan más de 3.500 personas.
No se puede hablar de esta característica barriada godoicruceña, sin pensar en el hospital del Carmen; en las escuelas muy queridas, como la Fragata Sarmiento y la Doctor Tomás Godoy Cruz; el club recreativo y deportivo Villa Marini y los canales que la rodean, uno aluvional, el Maure, y el otro de riego, El Jarillal.
También en las cercanías de este conglomerado, en la calle Salta, se ubica la estructura del Ministerio de Seguridad, donde una década y media atrás funcionaba la administración de Yacimientos Petrolíferos Fiscales, en su etapa estatal.
Una primera aproximación a la zona, la brindó el dirigente Carlos Lorenzi (69, dibujante técnico), titular de la unión vecinal Pro Fomento Edilicio Villa Marini.
“Conocí esta parte del departamento cuando había viñas y hasta coseché en algunas, como la de los Suárez o los Mondatti, cuando era un muchacho de 15 años”, dice esta persona que siente una gran pasión por el terruño. Opina que “querer al barrio, es el primer eslabón para querer al país, a la patria”.
Un antes y un después
Pasar por la sede de la entidad más emblemática del sector: el club Villa Marini, en Rivadavia y Renato Della Santa, fue imprescindible. Va camino a cumplir 92 años de vida en 2011. Daniel Hidalgo (51), Alberto Castro (55), Rubén Gutiérrez (63) y Ramón Álvarez (75), desgranaron recuerdos y aportes.
A pesar de sus diferentes edades, los cuatro coinciden en que hubo un antes y un después del terremoto del 26 de enero de 1985. El área más afectada fue la de Villa Marini, con una intensidad de VIII en la escala de Mercalli modificada. Los daños más serios se produjeron en construcciones de adobes y así fue como desaparecieron antiguos caserones, propios de mediados del siglo pasado. El propio Hospital del Carmen resultó parcialmente colapsado.
Aunque todavía persisten construcciones antiguas y otras mixtas (mampostería y adobe), han surgido viviendas modernas que han levantado la calidad urbanística del contorno.
Por otra parte, Hidalgo y sus amigos tuvieron una valorización interesante desde el punto de vista humano del lugar que habitan. Señalaron que tras el sismo de hace 25 años, hubo un desarraigo y muchas familias se fueron a vivir a otras zonas de departamento o a otras jurisdicciones. Sin embargo, de tanto en tanto algunos de esos grupos regresan para juntarse con los viejos vecinos.
Otra característica del distrito, es que antiguamente gran parte de los varones y no pocas mujeres trabajaban en empresas ya desaparecidas o que no están más en el sector, como el Matadero Frigorífico Provincial; las bodegas El Globo y Trapiche (ésta se encuentra en Coquimbito); la ya nombrada administración de YPF, y fuera del límite barrial, en Gas del Estado. Igualmente dio empleo una fábrica de jabón, hace tiempo cerrada, y hasta los años '60, los tambos La Cesárea y Mariani.
La profesora Eliana Corradi, directora del CEBA Nº 3-246, tiene un profundo agradecimiento al club barrial. “Nos alberga y permite que 28 adolescentes terminen sus estudios, ya que están haciendo 8vo y 9no años (tercer ciclo)”. Delia Lazarini vino al lugar tras el terremoto, asistiendo al cambio urbanístico. “Estoy conforme de vivir aquí y mis hijos también”.
Andrea García (22), mamá y cabeza de hogar, aprende manualidades en el club y se siente “muy bien en este sitio”.
Sobre deportistas locales, el periodista Ángel Rosales, hombre que transitó redacciones, entre otras las de Los Andes y Clarín, da precisiones. La familia Boquete, de calle Della Santa, inscribe a dos representantes: Luis, en tenis de mesa, y su hija, Andrea, integrante de la Selección nacional femenina de básquetbol, que actualmente milita en España.
El padre y abuelo de ambos, respectivamente, Juan Boquete, fue un destacado jugador de Godoy Cruz en los años ’40. La lista es incompleta y los lectores, seguramente, aportarán otros ejemplos. En tanto, Iris Gil solicita que “sigan en el club los talleres de pintura en madera y tela de la profesora Rosario Reta”.
Entre las instituciones que promuevan identificación, debe consignarse a la parroquia Nuestra Señora de Fátima, fundada por el sacerdote Perfecto Pérez, y que hoy tiene como párroco al padre Hugo Astudillo. Este templo, que empezó en el predio del hospital, tiene un fuerte compromiso en la zona.
Nota: Diario Los Andes-lunes, 20 de diciembre de 2010